El hat-trick de Mbappé

Ya habíamos oído hablar de ellos, pero esta semana han irrumpido de verdad en nuestras vidas Erling Haaland y Kylian Mbappé, muy probablemente los dos próximos grandes genios del fútbol mundial. 

El tiempo pasa y todo se renueva, para que las cosas terminen quedándose más o menos como estaban. Messi y Cristiano declinan y quien los sustituyen son dos chicos que por características parecen renovar la misma rivalidad: Kylian es el más fino, el de la filigrana y el disparo sutil al ángulo; Erling es el tanque, la fuerza bruta y la potencia al servicio del gol. La década del 20 al 30 será suya. 

En el PC Fútbol de los noventa pasaba algo parecido. Cuando ya llevabas 20 años siendo entrenador del Cacereño y habías ganado la Champions cuatro veces, la base de datos del juego se iba renovando automáticamente con jugadores de características idénticas a los originales, pero con nombre distinto. En el Flamengo aparecía el nuevo Savio (llamándose por ejemplo G. Paulista), y en algún equipo Yugoslavo aparecía el nuevo Mijatovic (bajo el seudónimo de S. Kovac). Me encantaba encontrarme en el juego a los nuevos Savio o Mijatovic, igual que me flipa encontrarme ahora a Haaland y Mbappé en la vida real. 

Me voy a hacer un lío con las edades de las nuevas figuras. Hasta ahora tenía bastante habilidad en conocer la edad de los futbolistas comparándola con la mía. Torres e Iniesta son de mi año; Villa tres años más viejo y Cristiano un año más joven, por ejemplo. Sumas y restas fáciles. No obstante, este truquito se ha terminado. No me veo en un futuro cercano diciendo: “ah sí, tal jugador tiene veinte años, lo sé porque tiene diecisiete menos que yo”. Poco práctico para hacer cálculos y demasiado friki para la sociedad en general. 

Una sensación parecida de renovación la tuve el otro día paseando al lado del río. Había mogollón de gente haciendo botellón. Como yo ya no hago botellón, pensaba que nadie lo hacía tampoco, pero allí estaban aquellos centenares de post-adolescentes para ponernos en mi sitio a mí y a mis amigos. Da cosita darte cuenta de que eres el que está al otro lado del botellón: fuera del botellón. Da cosita pero es normal, hay que dejar paso a las nuevas figuras. Cuando yo tenía 16 y ya empezaba a salir, mi tío me dijo que él dejó de hacerlo el día que llegó a la Plaza de los Dolores en Benicassim y no conocía a nadie. Se dio la vuelta y se marchó a casa para siempre. Yo me he ahorrado ese mal trago porque ahora está prohibido salir y también porque casi ni me apetece, pero sospecho que estaré ahí, ahí. 

Ahora tengo amigos que coleccionan vinilos o cámaras de fotos antiguas, pero no pasa nada, hay que quererlos igual. No estará relacionado, pero el mismo día que vi el botellón masivo junto al río soñé con un amigo con quien he hecho muchos botellones y ahora hace tiempo que no veo. En mi sueño él llevaba bastante mala vida y yo presenciaba cómo lo detenía la policía, pero no le saludaba porque me sabía mal. Me desperté sobresaltado y con mal cuerpo, pero no le llamé ni le envié un whatsapp, ni nada. Me vestí con la ropa de correr y mientras se calentaba la leche en el micro, me puse otra vez en el móvil el hat-trick de Mbappé.

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